lunes, 22 de noviembre de 2010

No soy una superwoman

Llevo una semana con dolor en una muela, atiborrándome a paracetamol. La dentista me dijo que tenía que tomarme antibiótico antes de acudir a la cita que tengo para intentar arreglar algo, aunque no podrá hacer todo lo que debería hacer…. Mis eternos compañeros vitales, la DUDA y el MIEDO, me han llevado a no tomarme el antibiótico, con la esperanza de que ocurriera un milagro y desaparecieran la infección y el dolor por arte de magia. Pero la magia se ha debido gastar en otros asuntos y no ha llegado hasta mí. Hoy, tras la consulta de rigor a mi amiga médico, me he decidido a empezar a tomarlo porque no imagino los tres meses que quedan hasta el parto con este dolor encima. Además, me preocupa que se pueda complicar la infección y al final sea peor…

Pero me muero de rabia y de preocupación. Ando tan sensible que cuando me dijo la dentista que tenía que tomarlo casi me echo a llorar en la consulta. Después al contárselo a ÉL no podía aguantar las lágrimas. A veces me siento muy ridícula pero…

El otro día fui a la Mutua, a la típica cita de inspección por llevar ya un mes de baja. La doctora me hizo un interrogatorio pero no me escuchó, por ejemplo dio por hecho que no tomo las medidas adecuadas para cuidarme la espalda, etc, pero... ¡¡ni me tocó la espalda para constatar si tengo o no motivos para sentir dolor!! En medio de su ensayado y gastado discurso me soltó, a modo de eslogan publicitario, la típica frase hecha: “Una embarazada no es una enferma”. Encima de mi habitual malestar de espalda, me pilló con un catarro bestial y con mi ya estrenado dolor de muelas así que sólo atiné a contestarle: “ya, pero una embarazada enferma es una enferma”.

Estoy harta del papel de superwoman que se le impone hoy en día a la mujer. ¿Es normal estar trabajando y tener que salirte corriendo del despacho a devolver cada dos por tres? ¿cualquier trabajador tiene que tumbarse a escondidas en el baño de su despacho porque no soporta el dolor de espalda y no puede tomar medicación para aliviarlo? Pues bien, las embarazadas deben hacerlo. Y deben acudir directas del centro de trabajo al hospital a parir y dar de mamar a sus bebés mientras dan instrucciones al personal que tengan a su cargo, porque las mujeres de hoy valemos mucho: trabajamos, limpiamos, planchamos, cocinamos, bordamos el nombre de nuestros hijos en el babi, acudimos a las tutorías del colegio, conocemos los mejores quitamanchas, vamos al gimnasio, parimos y mantenemos la tableta abdominal, aplicamos las técnicas de supernani, nos levantamos maquilladas de la cama, llevamos el coche a pasar la ITV, montamos muebles de IKEA, manejamos nuevas tecnologías, colgamos cuadros, cortamos el césped, somos perfectas amantes… Vamos, que al fin hemos conseguido ser "igualitas" a los hombres (jua jua). A esto se le llama "igualdad de oportunidades", ¿no? Ahora sólo nos falta conseguir que realmente los hombres sean igual que nosotras y, salvo parir, hagan el resto con la soltura y gracia con la que se nos impone hacerlo a las mujeres del sigo XXI.

Me acabo de tomar mi primera dosis de antibiótico porque no soy una superwoman. Soy una simple humana, además un poco masoca. Me pongo a ver el prospecto y leo literalmente:
“ Puede ser utilizada durante el embarazo cuando los beneficios potenciales superen los riesgos potenciales asociados al tratamiento”. ¡Toma ya! Es lo más parecido a la frase monjil: “Allá tú y tu conciencia”.
¿Cómo se valora eso? Le he preguntado a ELLITA, que es la que me preocupa y me ha dado un par de patadas. Ahora sólo me queda traducirlo. Ojalá sea algo así: “Tranquila, mamá”.

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