jueves, 26 de agosto de 2010

Amor de madre


Llevo unos días pensando en mi madre. Pocas veces he escrito nada sobre ella, ni siquiera en mis apuntes más personales....Creo que me resulta demasiado doloroso hacerlo. Quizá todavía tengo lágrimas por brotar, pero me pregunto si esto no va a tener nunca fin...

En mi primer embarazo también me ocurrió; la imaginaba embarazada de mi hermana, depositando en su panza ilusiones diarias, proyectando los mejores deseos para quien llevaba en sus entrañas... Después, en el segundo embarazo, ya con una hija de seis años, la imagino más serena, sin emociones tan intensas como la primera vez, pero también feliz por su maternidad. Así estoy yo al menos.

Mientras crecía en el útero de mi madre mis padres vivían en Francia, pero quisieron que naciera en su país y volvieron a su tierra para el parto. Se puede decir oficialmente que soy un bebé que llegó de París, en el pico de una cigüeña, como en los cuentos infantiles.

Recuerdo la ilusión con la que me contaba que mi hermana, cuando le dijeron que yo ya había nacido, se marchó corriendo de la casa de nuestros abuelos, aún con el pijama ¡y descalza! y se presentó en el hospital para conocerme...En los pueblos los niños podían correr libremente por las calles sin peligro.

Espero que a ELLA le haga tanta ilusión la llegada de su hermanito/a. Al menos ahora ya ha asumido que yo también voy a ser mamá del bebé, no sólo suya, que se puede ser mamá de varias personitas a la vez y que el amor de una madre no se gasta cuando se comparte, al revés, se multiplica.

Gracias por habernos traído a las dos a la vida. A pesar de todo.

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