lunes, 12 de diciembre de 2011

Monster Mamá



Sigo preguntándome por qué a lo largo de la vida hacemos tantas cosas que están en contra de nuestros principios, por qué a veces nos dejamos arrastrar por la marea social, por la moda, por la publicidad, por lo absurdo. Quizá Elliot Aronson tiene las respuestas.

Ni recuerdo la cantidad de buenas ideas que tenía yo respecto a cómo iba a educar a mis hijas… Bueno, quizá no tenía muy claro qué iba a hacer con ellas pero lo que la listilla de mí sí sabía (eso creía) era LO QUE NO IBA A HACER.
No iba a condicionar sus gustos,sus aficciones…
No iba a contarles cuentos de princesitas cursis que lo único que hacen es esperar al valiente príncipe azul.
No iba a permitir que en sus cumpleaños les atiborraran de regalos puramente materiales comprados por adultos.
No iba a compararlas con nadie.
No iba a decirles las típicas frases que me decían a mí de pequeña, del tipo de: “Cómetelo todo que hay niños que no tienen nada para comer”.
No iba a pedirles jamás que dieran un beso sin que les apeteciera.
No iba a transmitirles mis miedos, mi hipocondría…
No iba a discutir delante de ellas.
No iba a quejarme de lo cansada que estoy.
No iba a introducirles en el consumismo sin freno.

El otro día hice una cola antes de que abrieran una tienda para conseguir una “monster high” para ELLA. Llegué con ELLITA cuando tras la puerta cerrada de la tienda había ya un montón de personas: abuelos, madres, padres, tías….cualquiera servía para hacer de paje de los Reyes Magos y pegarse si hacía falta por una muñeca horrorosa de la que no se puede aprender nada provechoso y que ni siquiera es adecuada para la edad de ELLA. Y yo estaba allí y me sentía extraña, como si estuviera observándome a mí misma desde una cámara. No era YO la de esa cola. Era la simplona mamádeELLAinfluenciadaporalgunaniñadelcole.
Abrieron la puerta y lo que viví pensé que sólo pasaba en las imágenes de la televisión cuando empiezan las rebajas. Todos en masa hacia el lugar en el que sabíamos que debían estar las monstruitas esas. De repente me entró mal rollo y me quedé rezagada porque iba con ELLITA. Vi a la gente llevarse muñecas de tres en tres, no podían con ellas, se les veía expertos, conocían los nombres de toda la colección. Yo, inocente de mí, pensaba encontrar la que ELLA quería (Draculaura)…Ni siquiera había llegado, está completamente agotada en todas las tiendas del país. Hay pujas interesantes en e-bay. Es todo muy absurdo, sí.
Una amable señora que observaba con asombro la escena me vio con cara de extraterrestre y se ofreció para quedarse con ELLITA y que yo pudiera acercarme al epicentro. Ya no quedaba ninguna, eran las 10:03 de la mañana y no había ninguna, pero de repente alguien soltó una de las muchas que llevaba porque no era lo que buscaba y entonces la supermamá la cogió al vuelo, sin elegir, sin pensar, de manera compulsiva casi. Es fea como ella sola. Se llama Spectra. Los Reyes Magos deben estar contentos porque van a poder traerle a ELLA algo que le va a gustar (aunque no sea la más guay) y que es super-mega-complicado conseguir, lo que la hace aún más valiosa, no?
Y yo, yo no sé cómo estoy, ni sé ya quién soy, ni en qué acabaré convirtiéndome…pero no quiero seguir por aquí, no quiero ser una monster mamá.

2 comentarios:

  1. Ja, ja, ja ¡! Qué remedio, a veces no queda otra que dejarse llevar. Aunque no le pega nada a Ella una muñecha semejante con la cara de angelito que tiene.
    Yo creo que esas muñecas no las hacen para las niñas sino para las mamás de los '80 con esa estética bruja avería tope moderna ... Si pillas otra para mí ¿vale?

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  2. ¡Qué terrorífica y enternecedora historia de Reyes con niños-niños! Cuando tengamos un ratito te cuento yo la mía con dos adolescentes. De terrorífica no pasa ;P)

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