miércoles, 9 de marzo de 2011

Mi tercer "parto"


La llegada de ELLITA fue relativamente sencilla y nació sin problemas, que es lo importante. La parte negativa vino después. La placenta no quería salir, se quedó adherida y después de que ya me habían cosido tuvieron que hacerme una extracción manual y un legrado. Los primeros intentos de sacarme la placenta fueron muy dolorosos, además de desagradables. Finalmente tuvieron que llamar a los anestesistas y me pusieron doble dosis de epidural, ummmm, qué rica!

Durante el ingreso reglamentario de dos días me pusieron chutes de antibiótico para prevenir infecciones. Me dieron el alta tras hacerme una ecografía en la que “aún quedaba material”, así que tuve que tomar una medicación para provocar contracciones y facilitar la expulsión.
Después de haber pasado tres felices días en casa, intentando aterrizar en una nueva rutina, el viernes pasado de manera repentina empecé a encontrarme mal. Bueno, por la mañana había estado mareada y con algún escalofrío, pero sin fiebre. Comencé a sentir un dolor abdominal tan fuerte que recordé las contracciones de parto, pero esta vez sin intervalo entre una y otra, era algo continuo y sin la ilusión de que al final de ese dolor llegaba ELLITA. Fuimos a urgencias. Me ingresaron tras hacerme una ecografía. Sospecha de endometritis. De nuevo chutes de antibiótico y analgésicos, pinchazos y más pinchazos y una estancia gratuita en el hospital, que es lo más parecido a descansar en un balneario. Una frase grabada en mi cabeza una y otra vez dicha por una enfermera que me atendió en urgencias: “Hija, has tenido mala suerte”. Pufff!, menos mal que me pilla en una etapa positiva de mi vida, si me dice algo así hace años me hunde, que estaba totalmente traumatizada con mi “mala suerte” y pensaba que era una persona gafada. He tenido suerte de que mi hija haya nacido sana. A eso, sabiendo lo que sé, se le puede llamar BUENA SUERTE.

ELLITA ha podido permanecer conmigo en el hospital para garantizar la lactancia materna. A mí me daba cosilla que mamara una leche “contaminada” con tanta medicación pero según los médicos era compatible y lo prioritario era no suspenderlo…Yo qué sé!

Enfrente de mi cama leía de manera casi compulsiva el cartel que aparece en la foto. Me parecía una auténtica ironía leer esas frases mientras escuchaba el jaleo de las habitaciones y del pasillo, con un continuo ir y venir de gente, ruidos, portazos, invasión de la poca intimidad que a una le queda cuando está ingresada….El cartel comienza diciendo: “Para mejorar el descanso…” Y yo, para mis adentros, me decía: “Para mejorar algo tiene que existir un mínimo de ese algo”. Tan pronto te abren la puerta del baño estando tú dentro y sin excusarse te preguntan si hay compresas suficientes como te viene una con cara de asesina que sin saludar te amenaza con un objeto punzante y sin mediar palabra te lo coloca en la axila, “ah, era sólo el termómetro”. Demasiado surrealismo hay en los hospitales. Por lo demás, el personal en general ha sido amable y había algún que otro “ángel” que cuando venía a colocarme la vía me transmitía serenidad.

Y la historia acabó con otro legrado y al alta continuamos con antibiótico y medicación para contraer el útero porque queda aún alguna cosilla y tengo que seguir haciéndome controles…Pues sí que estaba adherida la placenta, sí.

Gracias a todos los amigos que habéis estado conmigo de una u otra manera, especialmente la “pintora de buenas emociones” por nuestras charlas matinales, por el cariño con el que nos has tratado a ELLITA y a mí y por haberte quedado sin pintar cuadros algún día a cambio de pintarme una sonrisa….

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