miércoles, 16 de marzo de 2011

Arco iris



Estoy disfrutando de ELLITA con mucha serenidad. Se nota la experiencia previa. ELLA era más sencilla de manejar porque tan sólo dormía y comía, a penas oímos su llanto durante meses. ELLITA parece más guerrera, le encanta estar en brazos y necesita mucho contacto, además come con más frecuencia y duerme menos. (¡Ayy!, ¿ya empiezo con las comparaciones?, brrrrrrr) Aun así, me noto muy tranquila, segura, como si llevara toda la vida cuidando de un bebé.

Antes de que naciera me preguntaba cómo iban a transcurrir mis emociones en esta etapa tan importante de mi vida. A veces, en momentos de duda y temor, me sorprendía pensando que me iba a resultar complicado ajustarme a mi nuevo rol de “mamá de dos niñas”, cuando llevo ya un tiempo centrada exclusivamente en cuerpo y alma en ELLA… ¿Cómo se hace para querer a más de una hija? ¿seré capaz de quererlas como merecen? ¿tendré que dosificar el amor?

¡Pues claro que sé quererlas! ¡Qué tonta soy! ¿Dosificar qué? Ponerle medida al cariño es desvirtuarlo, no tiene sentido. Siempre acabo volviendo a la idea del “amor extensible”; cuanto más se quiere, cuanto más amor se entrega, más amor se tiene. El amor, cuando es de verdad, no se gasta, sólo cambia de color. Las quiero a las dos con el arco iris completo, con sol, con lluvia, con toda mi alma...

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