miércoles, 8 de diciembre de 2010

Flores, plantas y ausencias


Todos hemos pasado alguna vez con el coche por el lugar en el que alguien ha depositado un ramo de flores para recordar a un ser querido que perdió la vida en ese punto de la carretera. La sensación al pasar por delante es rara; mezcla de respeto, de ligero temor… El otro día coincidió que fuimos testigos de cómo una pareja, desafiando al mal tiempo, se dirigía por el arcén de la autovía con un ramo de flores en la mano hacia un punto en el que siempre, SIEMPRE, hay flores desde hace años.
Yo me pregunto qué les lleva a no abandonar ese sagrado ritual, imagino que en realidad es más difícil dejar de hacerlo que empezar…Quizá también en ese caso se cumple una especie de función social avisando de sitios peligrosos y llamando a los conductores a la precaución. No lo sé. Siempre he odiado las flores para los difuntos así que ni me atrevo a expresar lo que me produce, por ejemplo, el “día de todos los santos” y el espectáculo que se organiza en los cementerios. A muchos ausentes ni siquiera les gustaban las flores y cada domingo y fiestas de guardar les atiborran el nicho con aromas que ya no pueden apreciar..., pero aun así, independientemente de mi opinión, creo que es algo respetable y sé que cada uno gestiona el dolor como puede.
Mi abuela era fiel a ese ritual. Sentía la necesidad de ir todos los fines de semana a llevar flores al cementerio; primero a mi tío y luego también a mi abuelo. Nos resultaba duro verla pero a ella le venía bien, era su forma de decirles que no podía olvidarlos, que los necesitaba, que a veces sentía que no iba a poder seguir caminando sin tenerles cerca y que echaba de menos que mi abuelo le hiciera cada día el desayuno…
Yo nunca he llevado flores a ninguna tumba. Estoy pensando que no he vuelto al nicho de mi padre desde que le enterramos (hace ya 17 años). Ni al de mi abuelo, ni al de mi abuela, ni al de mi tío…Quizá un día vaya, pero no sé muy bien a qué, la verdad.

Cuando mi hermana estaba muy enferma me pidió que escribiera sus memorias y también que tuviera en cuenta cómo le gustaría que la recordáramos cuando ella no estuviera. Me decía que me lo contaba a mí porque era la única que la escuchaba sin cambiar de tema, y que además yo estaba tranquila, que su marido y mi madre se ponían nerviosos si les hablaba de manera tan clara. Lo que ella nunca supo es que mientras la escuchaba lloraba sin parar, pero ella ya no podía verme y yo conseguía hacerlo en silencio…El caso es que me pidió que la incineráramos y que no nos deshiciéramos de las cenizas. Quería estar siempre presente y se le ocurrió que podíamos mezclar las cenizas con tierra y ponerlas en una planta a la que siguiéramos cuidando... Ella original siempre, hasta más allá del final. Lo tenía todo pensado, era escalofriante escucharla; me dijo que no me preocupara si se marchitaba, que cambiábamos la planta y ya estaba.
Hemos tardado años en cumplir su deseo, para determinadas cosas nunca se encuentra el momento oportuno. Estamos más preparados para todo aquello que socialmente está programado (ataúd, velatorio, funeral, entierro y flores) que para innovar cuando se trata de temas tan delicados… pero el año pasado mi pedazo sobrina sacó fuerzas no sé de dónde y convertimos la esperanza de su madre en realidad. Ambas tenemos en nuestro hogar una planta única, especial, íntima..., a la que regamos, cambiamos de posición, limpiamos las hojas secas...

No lo había compartido esto con casi nadie, ni siquiera con muchas de mis amistades más estrechas, pero hoy me ha surgido hacerlo. Y, paradojas de la vida, lo comparto en la red, accesible al mundo entero. Espero que a mi sobrina no le moleste, podía habérselo preguntado antes pero escribo por impulsos y sin pensar demasiado. Si me paro a reflexionar se me caducan las emociones y entonces lo dejo pasar. Cuando ella lo lea me enteraré y si me pide que lo borre lo haré.
Nosotras no llevamos flores a muertos. Regamos plantas VIVAS.

2 comentarios:

  1. Emocionante... No puede molestar a nadie... Besos

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  2. Qué se puede escribir después de leer esto....quizá no hace falta nada...quizá sobren las palabras...quizá me apetezca darte las gracias por compartir con nosotros/as este pequeño secreto... un beso

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