jueves, 13 de noviembre de 2014

Me gusta trabajar

El secreto ya es público. He conseguido liberarme de la pena de muerte en la que se había convertido mi agónico malestar en el trabajo. Me he ido por la puerta grande. Lo he elegido yo. No he esperado a que me dieran una patada en el culo o a salir por la puerta de atrás.He ganado al miedo y a los malos. He salido de la secta. He dado plantón al líder y a sus adeptos. A mí ya no me humilla ni acosa nadie. Sí, he dicho adiós para siempre tras quince intensivos años. Estáis leyendo a una tía valiente.
Ha habido etapas en las que he llegado a pensar ( a sentir más bien) que era una auténtica fracasada en el ámbito profesional. También he pensado que no me gustaba la psicología, que era una persona vaga, apática, sin ganas de actualizarme, de leer, innovar, investigar...He desvariado tanto durante tanto tiempo! Pensé incluso que aborrecía todo lo relacionado con la discapacidad. 
En sólo tres semanas trabajando como orientadora educativa en un instituto de secundaria me han cicatrizado bastante las heridas de los últimos años. 
Me apasiona la psicología, me gusta la docencia,  soy una persona inquieta, curiosa, me gusta saber, me gusta ayudar, me parece un reto trabajar con quien más dificultades tiene, me gusta aprender, me gusta descubrir, me gusta trabajar. 
Ahora mismo se ha acabado la sustitución que estaba haciendo y estoy en paréntesis. No siento que estoy "en paro", porque no paro. Estoy haciendo cursos on line, asistiendo a foros y seminarios, actualizando mi curriculum, estudiando...y ejerciendo con más calma de madre, mi trabajo más importante. Siento vértigo, no voy a negarlo, me inquieta el futuro y vivir con esta incertidumbre semanal de si sonará o no el teléfono, dónde tendré que ir en el caso de que suene (y si no suena?), para cuánto tiempo, si gastaré mucho o poco tiempo de prestación por desempleo, pufff...pero, con todo esto, me siento bien y segura de haber tomado la decisión adecuada. Yo, que soy doña dudas, pocas veces he estado tan segura tras tomar una decisión de que era la acertada. 
He escrito una carta de despedida a mis compañeros de trabajo porque me tuve que ir precipitadamente de un día para otro y no pude despedirme de la mayoría. La Consejería no te espera, eres tú quien tiene que esperarla.
En la carta  les agradecía que hayan formado parte de mi rutina diaria durante tantos años. Al final dedicaba un par de líneas a los malos. El caso es que me he enterado de que la carta ha llegado a sus manos y muero de risa. Quien lee lo que no debe encuentra lo que no quiere.

"Y, por último, quiero dar las gracias también a los que han intentado que dejara de creer en mí, por no haberlo conseguido. He salido fortalecida".

Nunca es tarde para renacer.




No hay comentarios:

Publicar un comentario