Despertarte con tu reloj biológico o con el grito de ELLITA
diciendo “mamáaaaaaa, me hago pisssssss””.
Tomar una cerveza en una terraza por la noche mientras las
niñas juegan en los columpios.
Reencontrarte con amigas de la infancia y ver cómo tus hijas
juegan con sus hijos de manera similar a como tú jugabas con ellas.
Tener “nada que hacer” y disponer de todo el tiempo del mundo para hacerlo.
Bañarte en el mar o en la piscina con las peques y comprobar
los progresos de ELLA en el agua.
Esperar a que ÉL me haga el desayuno y sentarnos juntos sin
prisa, sin mirar el reloj...
Disfrutar de la luz de la nueva casa y de los atardeceres y
tener espacio mental para imaginar cómo
decorarla..
Ver a mis hijas bañarse en el mar en el que aprendí a nadar
y colocar mi toalla en el mismo sitio
en el que la ponían mi hermana y mi madre cuando me llevaban a la playa en mi pueblo...
Dormir sin tener pesadillas y olvidar hasta la cara de los
jefes..
Se acabaron. Fue bonito mientras duró.
El final de las vacaciones es como la caida del telón del teatro de los sueños.
ResponderEliminarTe levantas, sales a la calle y el ocio se transforma en negocio, los relojes vuelven a marcar su espacio y la vida retoma el ritmo de los ritos cotidianos.
Pedro