Anoche al acostar a
ELLA le pregunté: “¿Cuánto eres de
feliz?” “¿Mucho, poco o regular?” (Sí, soy una madre pesada, lo sé).
Se me quedó mirando fijamente a los ojos y no decía nada,
sólo se reía, con esa risa cantarina tan dulce que tiene. Le pregunto: “¿Qué
miras?” Y me responde: “Me estoy viendo en tus ojos, en lo negro”. “¿Te ves tú
en los míos?”
Y me vi en sus ojos, en esos ojos brillantes, inmensos,
llenos de vida... y estuvimos mirándonos las dos en las pupilas de la otra. Fue
un momento intensamente feliz. No necesito más respuestas.
Me veo en sus ojos. No
sé a quién tengo que dar las gracias pero se las doy.
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