Preferiría usar el título de esa película que no dejan de
echar una y otra vez en la tele y que sigue gustándome y haciéndome reír tanto , aunque sea una tontada: “Cuatro
bodas y un funeral”.
Llevo un tiempo sintiendo la necesidad de juntar a la gente a la que quiero. A veces me siento como si acabaran de
diagnosticarme una enfermedad terminal y quisiera dejar hecho y dicho todo lo que me apetece. Quiero hacer
lo que me da la gana porque me da la gana, no porque “toca hacerlo”.
Lo que más me gustó de la celebración que ÉL y YO hicimos cuando nos casamos fue disfrutar de
tantas personas importantes a la vez. ¡Qué sensación la de verlos bailar y
mezclarse entre ellos como si se conocieran de toda la vida!
No entiendo por qué
para hacer lo que nos apetece o para demostrar a la que gente que la queremos
tenemos siempre que buscar excusas socialmente reconocidas; cumpleaños,
aniversarios, bodorrios horteras y… funerales. Sí, es patético. Somos muy ridículos. A veces sólo conseguimos
que vengan a vernos cuando no estamos para ver a nadie o cuando directamente
nos hemos muerto. Me niego. A mí dejadme tranquila cuando ya no esté. A mí
me queréis ahora, que es cuando lo voy a sentir.
Todo esto se me ha
revuelto en este curso tan especial en el que tanto trajín han tenido mis emociones. Reconozco que sentirme muy querida y valorada
en el trabajo me viene un poco grande y no estoy segura de saber manejarlo
bien. De hecho hay días que me dan ganas de salir corriendo,
huyendo a toda prisa de lo bonito, por si me aferro demasiado a una imagen de mí misma que es muy difícil
mantener en el tiempo y me aterra que todo se tambalee y se derrumbe. No quiero
marearme, hasta en los columpios se me revuelve el estómago. Sentir la emoción de asomarse a un abismo o
librarse de la inquietud que produce el vértigo, todo un tira y afloja. A mí me dan pánico las alturas pero me encanta
la perspectiva y las vistas despejadas, una auténtica lucha interna la mía.
Ahora que se está acabando el curso soy muy consciente a
diario del valor del tiempo compartido y
de la amistad. El tiempo, en definitiva,
es vida, y desperdiciarlo es echarla
a la basura, sin posibilidad de
reciclar. Quiero disfrutar de mi “siamesa de alma” pero la incertidumbre del
futuro próximo me persigue todo el rato y me deja, como diría MAREMORI, colgada
de mi tela de araña. Llevo unos meses dando tumbos, me agota este zig-zag de
sentimientos.
Para desenredarme noto que me viene bien mezclaros,
hacer cóctel de amistad y amor. MAREMORI ya ha conocido a EL, ELLA, ELLITA, mi
SOBRI, mis MINISOBRIS, la pintora de
buenas emociones, la hermana de mi amiga de la infancia….Y ha oído hablar de
ARENA, de Peter Pan, de LUNAS, del CLUB DE LOS 16, del hada sonriente.. Si nos
tenemos que volver a casar EL y YO para juntaros, ¡pues nos casamos! (luego se
lo propongo, ya os contaré). Quiero seguir haciendo mezclas heterogéneas, de
esas que estudia ELLA.
Quiero mezclar
personas , quiero que os queráis, quiero que sigáis siendo siempre certezas
para mí.