viernes, 12 de mayo de 2017

Una boda y seis funerales


Preferiría usar el título de esa película que no dejan de echar una y otra vez en la tele y que sigue gustándome y haciéndome reír  tanto , aunque sea una tontada: “Cuatro bodas y un funeral”.
Llevo un tiempo sintiendo la necesidad de juntar a  la gente a la que quiero.  A veces me siento como si acabaran de diagnosticarme una enfermedad terminal y quisiera dejar hecho  y dicho todo lo que me apetece. Quiero hacer lo que me da la gana porque me da la gana, no porque “toca hacerlo”.
Lo que más me gustó de la celebración que ÉL y YO  hicimos cuando nos casamos fue disfrutar de tantas personas importantes a la vez. ¡Qué sensación la de verlos bailar y mezclarse entre ellos como si se conocieran de toda la vida!
 No entiendo por qué para hacer lo que nos apetece o para demostrar a la que gente que la queremos tenemos siempre que buscar excusas socialmente reconocidas; cumpleaños, aniversarios, bodorrios horteras y… funerales. Sí, es patético.  Somos muy ridículos. A veces sólo conseguimos que vengan a vernos cuando no estamos para ver a nadie o cuando directamente nos hemos muerto.  Me niego. A  mí dejadme tranquila cuando ya no esté. A mí me queréis ahora, que es cuando lo voy a sentir.
Todo  esto se me ha revuelto en este curso tan especial en el que tanto trajín han tenido mis emociones.  Reconozco que sentirme muy querida y valorada en el trabajo me viene un poco grande y no estoy segura de saber manejarlo bien.  De hecho  hay días que me dan ganas de salir corriendo, huyendo a toda prisa de lo bonito, por si me aferro demasiado a  una imagen de mí misma que es muy difícil mantener en el tiempo y me aterra que todo se tambalee y se derrumbe. No quiero marearme, hasta en los columpios se me revuelve el estómago.  Sentir la emoción de asomarse a un abismo o librarse de la inquietud que produce el vértigo, todo un tira y afloja.  A mí me dan pánico las alturas pero me encanta la perspectiva y las vistas despejadas, una auténtica  lucha interna la mía.
Ahora que se está acabando el curso soy muy consciente a diario del valor del tiempo  compartido y de la amistad.  El tiempo, en definitiva, es vida,  y desperdiciarlo es echarla a  la basura, sin posibilidad de reciclar. Quiero disfrutar de mi “siamesa de alma” pero la incertidumbre del futuro próximo me persigue todo el rato y me deja, como diría MAREMORI, colgada de mi tela de araña. Llevo unos meses dando tumbos, me agota este zig-zag de sentimientos.
Para desenredarme noto que me viene bien mezclaros, hacer cóctel de amistad y amor. MAREMORI ya ha conocido a EL, ELLA, ELLITA, mi SOBRI, mis MINISOBRIS,  la pintora de buenas emociones, la hermana de mi amiga de la infancia….Y ha oído hablar de ARENA, de Peter Pan, de LUNAS, del CLUB DE LOS 16, del hada sonriente.. Si nos tenemos que volver a casar EL y YO para juntaros, ¡pues nos casamos! (luego se lo propongo, ya os contaré). Quiero seguir haciendo mezclas heterogéneas, de esas que estudia  ELLA.
Quiero mezclar personas , quiero que os queráis, quiero que sigáis siendo siempre certezas para mí.

jueves, 2 de marzo de 2017

Tengo alergia

Hace años que sospecho que tengo  alguna que otra alergia, pero como una de las plenamente reconocidas es la de ir al médico y las salas de espera y la pérdida de tiempo entre batas blancas..., nunca me he hecho las pruebas. El caso es que el comienzo de la primavera y del otoño, que son mis estaciones favoritas, por su despertar y su despliegue de color,  siempre acaba acompañado de estornudos, congestión nasal, cansancio....Y de ahí a que mi estado de ánimo haga "cataplof" hay un pasito de nada. LLevo unas semanas con bastante tristeza pegada a la tapa de los sesos, luchando a diario por disimularlo, sobre todo ante mí misma, pero no hay manera, siempre me vence. Es como si de repente algo hubiera pulsado el interruptor de un "noséqué" que estaba ahí latente pero enmascarado por la alegría tan intensa que he vivido durante este curso casi a diario. A mí algo me dice que precisamente esta tristeza viene por ahí..., por mi miedo a lo bonito, porque cuando soy tan feliz me entra vértigo, porque sigo sin acostumbrarme a que lo bueno también lo reserva la vida para mí. Llevo unas semanas despidiéndome mentalmente de este centro en el que me he sentido mejor que en ningún otro sitio, con mucha diferencia. Estoy preparándome para el adiós. Y no lo entiendo. No me entiendo. En vez de centrarme en todo lo que aún me queda por disfrutar, me sorprendo a diario llegando al cole con la sensación de tener un pie dentro y otro fuera, intentando incluso ya ordenar el despacho y las carpetas del ordenador para que el próximo o próxima afortunado/a encuentre bien las cosas.
Todo empezó un día en el que una persona de mi departamento soltó la frase: "He estado mirando el calendario y justo mañana estamos en la mitad del curso". Patadón en el estómago. ¿Cómo? ¿Qué estoy oyendo? ¿Mitad del curso? No puede ser. ¡Si acabo de llegar! Si aún no sé dónde está el laboratorio. Si yo ya me siento incapaz de trabajar sin MAREMORI cerca, si me he implicado tanto que ya me siento parte de este centro, si el conserje me enciende el radiador cada mañana para que el despacho esté calentito, si la directora se toma cervezas conmigo,  si a pesar de que ha habido momentos complicados aterrizar aquí ha sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo, si los kilómetros no son nada comparado con las toneladas de amor que recibo al llegar...
Otro día alguien soltó: "Brisa, te estás ganando enemigos"¡Para qué quieres más! Ya empieza mi cabeza a centrifugar emociones, ¿qué necesidad tengo de buscarme enemigos y luchar contra molinos en un sitio  en el que estoy "de paso"? Es una frase tonta, dicha sin ninguna malicia y refiriéndose a la particular manera que tengo de no callarme mi opinión nunca, al menos desde que me siento libre en el trabajo, aunque lo que digo pueda resultarle incómodo a determinadas personas que, por su forma de proceder, hasta ahora parecían bastante intocables. Tengo clara mi prioridad y son los alumnos, especialmente los que presentan mayores dificultades.  Enseñar a los listos, guapos, aseados y con una familia guay es muy sencillo, para eso todos somos super buenos profes.  No voy al centro a hacer amigos, ya OS tengo fuera, los mejores del mundo, que lo sepáis,  por si hace mucho que no os lo digo o por si nunca os lo he dicho. Si encima tengo la suerte de encontrar a alguien que  además de una amiga es una HERMANA, mejor para mí, pero no la buscaba, la he encontrado y me la quedo, eso sí,  ni por asomo la pierdo. "Nacimos de la misma risa", como Campanilla y Periwincle,  y mi hermana, a la que echo de menos cada día,  la ha elegido para mí, porque sabe cómo cuidar a una flor del paraíso, por delicada que sea.

¿Y a qué venía todo esto? ¡Ah!, pues que tengo alergia a algunas personas, que mis alérgenos más potentes son lo que carecen de empatía y hacen complicado con los chavales algo que, con un mínimo de sensibilidad, es de lo más sencillo. Y tengo alergia a los del autobús naranja. Y a Trump.

No me quiero ir de aquí, y no sé por qué no dejo de irme un poco cada día... Este año detesto la incertidumbre interina y la cantidad de factores fuera de mi control de los que depende el futuro de mi familia, puff. Otros años me parecía un reto, una especie de aliciente, "¿dónde aterrizaré el próximo curso?" Me inquietaba mucho pero no me importaba tanto cambiar, no he llorado nunca al decir adiós. Tiene sus ventajas cambiar de jefes y de compañeros cada curso, así no me canso de la gente, que a mí la gente, en general, me harta bastante. Y voy y me encuentro este curso con personas, que ya nunca más volverán a ser gente, con eso no contaba. 
La próxima vez que alguien diga "estamos en la recta final del curso", le doy un ¡¡zasca!! en todos los morros. No quiero que se acabe este curso. Una vez más me viene a la cabeza mi escena favorita de "La vida secreta de las palabras". Así me imagino el 30 de Junio, inundando el despacho:

"Joseph: He pensado que... tú y yo... podríamos ir a algún sitio, juntos... uno de estos días. Hoy. Ahora mismo. Ven conmigo, Hannah.

Hannah: No, yo... creo que no va a ser posible.

J: ¿Por qué no?

H: Mmmm... porque si decidiéramos irnos a algún lugar juntos, me da miedo que un día... hoy no, quizás... quizás mañana tampoco, pero un día, de repente, puede que empiece a llorar y llorar, y que llore tanto que nada ni nadie pueda pararme, y que las lágrimas llenen la habitación, y que me falte el aire, y que te arrastre conmigo, y que nos ahoguemos los dos.

J: Aprenderé a nadar, Hannah. Te lo juro. Aprenderé a nadar."


Ya está, ya me siento mejor. Estar "de paso" no implica pasar y a lo mejor ese paso dura más de lo que pienso...
Ya sé a qué tengo también alergia, a mí misma cuando entro en estos bucles absurdos cuyo desenlace además no depende de mí, ya me lo dice ÉL. No me soporto. A ver si me vacuno.

viernes, 23 de diciembre de 2016

12 meses, 12 palabras


Enero: Oposiciones
Febrero: Cumpleaños
Marzo: Oposiciones
Abril: Oposiciones
Mayo: Oposiciones
Junio: Oposiciones
Julio: Boda
Agosto: Vacantes
Septiembre: Aterrizaje
Octubre: Malta
Noviembre: Morado
Diciembre: Amistad


Parecía que iba a ser un año demasiado teñido por las oposiciones, por el tiempo perdido, por el estrés sin medida, por las horas de estudio y trabajo sin disfrutar de ELLA, ELLITA y EL, por las pocas horas de sueño.... Pues bien, en los cuatro últimos meses han pasado tantas cosas buenas que termino el año brindando, soñando y brincando.

Feliz Día a Día.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Maremotos del destino

No había vuelto a tener ganas de expresar nada especial y ya daba casi por finalizada por completo la historia de este blog. No recordaba ni la contraseña para entrar...pero ha llegado un maremoto de los bonitos que me ha revuelto interiormente y me ha despertado las ganas de seguir.
Imagino que este parón de casi dos años es en realidad una buena señal. Mi nueva etapa trabajando como orientadora ha revolucionado tanto nuestra vida en sentido positivo que había que vivirlo, sin más. También ha sido un año y medio muy intenso, de mucho trabajo dentro y fuera del curro para intentar aprender a marchas aceleradas este nuevo e interesante oficio. He estado en tres institutos distintos. Aquí sólo me dio tiempo a contar, muy de refilón, mis vivencias en los dos primeros. Lo del tercer instituto fue el curso pasado entero. Un instituto al que tardaba exactamente 17 minutos en llegar en coche. Tenía 1300 alumnos, 123 profesores, 5 jefes de estudio, miles de problemas sociales y de todo tipo y...¡¡una sola orientadora novata!! A ese mamotreto de instituto se le sumó tener que preparar oposiciones. Resumen: estaba yo como para escribir en el blog. No tenía tiempo para sentir, sólo ejecutaba, ejecutaba, ejecutaba.... Ha sido un año caótico. Os he tenido abandonados a todos, pero también a mí misma. 
Y pasaron las oposiciones, había 16 plazas, quedé la 22. No tengo puntos suficientes, ni con un 10 hubiera sacado la plaza. Resumen: no ha servido de nada. Bueeeeeeeeno, vaaaaaaaale, ha servido para darme cuenta de que algún día lo conseguiré.
Y de nuevo tuvimos que enfrentarnos ÉL y yo a ese estresante momento en el que hay que solicitar vacantes para el próximo curso, ordenando las preferencias y haciendo cálculos y sabiendo que, tal y como estás en las listas, tú no tienes nada que elegir, tan sólo debes esperar a recoger lo que los de delante no quieran. Y es ese momento en el que de repente haces cálculos, conociendo datos de años anteriores y ves que tienes muuuuuuuuuchas posibilidades de que te manden al sitio más remoto de tu Comunidad, a hora y media en coche desde tu casa y por una carretera horrible. Y ÉL, que siempre está cuando tiene que estar, una vez más me transmitió tranquilidad y me hizo sentir que pasara lo que pasara nosotros cuatro íbamos a seguir juntos, fuera donde fuera. Si teníamos que mover todos los bártulos durante un curso, los movíamos. Hoy es nuestro aniversario, hace 23 años desde aquel primer beso. Más de media vida juntos y espero que nos quede otra media por compartir.
Y llegó el día de publicación de destinos y el temido destino lo pilló justo la de detrás de mí. Vamos, que lo he rozado. Y a mí me tocó....
Me tocó..... Ahora, 3 meses después, puedo asegurar que me tocó el mejor destino que jamás hubiera imaginado. Vosotros que sabéis lo que hay detrás...¿me imagináis yendo feliz a trabajar cada mañana a pesar de tardar 50 minutos de ida y 50 minutos de vuelta? 
Me ha tocado este centro porque el destino sigue en deuda conmigo. Merecía continuar mi camino con alguien como MAREMORI, mi nueva cómplice emocional. Una de las personas con más energía interior y más transparencia que he conocido. Y encima es guapa, que siempre se agradece :-)
Bueno, tenemos tanto trabajo las dos que no nos da tiempo a "conocernos oficialmente" pero ya nos conocemos, no me digáis muy bien por qué. Ya os la presentaré. Os va a encantar.
Hoy me he encontrado un ramo de flores en el despacho. Las flores son preciosas y me encantan pero la nota que las acompañaba era el auténtico regalo.
Lo he colocado entre los cuadros de la "pintora de las buenas emociones", que necesitaba un sitio especial.

Bienvenida a mi vida. De aquí no sales. Gracias.

viernes, 13 de febrero de 2015

Mi pueblo

Ahora sí que sí. Esta vez es la definitiva. Esta terapia intensiva, de choque, es la última prueba que voy a tener que pasar para, definitivamente, reconciliarme con mi pasado. 
No tardaron mucho en llamarme de la Consejería. Ese número tan esperado apareció en la pantalla de mi móvil el 19 de enero. ¡La de sensaciones y pensamientos que pude tener antes de responder! Al día siguiente me tenía que incorporar para hacer una sustitución en el pueblo que me vio nacer, crecer y sobrevivir. A ese pueblo al que tanto me ha costado volver, del que he huido durante años a pesar de estar a 50 km o así de donde vivo. Poco a poco en estos últimos años he ido volviendo, ha sido algo progresivo y, aunque he ido superando la ansiedad de las primeras veces, aún de vez en cuando al entrar o salir del pueblo notaba que me mareaba (y no era por el coche)... Aun así, no quise seguir huyendo y hemos ido bastante a pasar el día con mi sobrina y mi casi nieta. Las niñas disfrutan mucho juntas y a mí empezó a gustarme ver a mis hijas jugar en los mismos lugares en los que transcurrieron etapas tan importantes de mi vida. 
Pues bien, allí estoy. Ahora paso las mañanas en mi pueblo, aprendo en mi pueblo, me estreso en mi pueblo, trabajo sin descanso en mi pueblo, me motivo en mi pueblo, me reencuentro con compañeras del cole que son madres de mis actuales alumnos, .... "¿Tú eres aquella rubia que tocaba en la tuna?" "Te recuerdo perfectamente jugando en la plaza". Y yo mientras pensando: "No, por favor, tampoco hace falta que te acuerdes con todos los detalles" Pero voy saliendo del paso y, salvo que no me resulta especialmente cómodo dar consejos a alguien que me ha conocido en contextos totalmente diferentes al actual, soy capaz de decir sin titubear: "Sí, soy yo".
Porque sí, soy YO, con todo mi pasado a cuestas, con el pedazo de presente que me he ganado a pulso y con un futuro completamente esperanzador; lleno de trabajo, de incertidumbres, de legislación, de oposiciones, de plazas, de vacantes, de ruletas....pero siempre mejor que lo que he dejado.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Soy una miedosa valiente



Me hubiera gustado acabar el año trabajando pero no ha sido posible.  Estamos en crisis, hay recortes, tenemos que pagar entre todos lo que sólo algunos han gastado... En fin, le pido al nuevo año que me ayude a seguir confiando en mí, que me llamen pronto de la Consejería y que se me vaya curando poco a poco el maltrato laboral de los últimos quince años. En realidad, nos maltratamos solitos, no necesitamos jefes psicópatas como los que he tenido yo. Es más importante nuestro propio automaltrato, es el más dañino de todo, cada vez soy más consciente de eso, pero he tenido que estar lejos para darme cuenta. 

Esta mañana estaba pensando que me daba miedo esta situación de incertidumbre (trabajar/no trabajar) y he reflexionado un poco acerca de las etiquetas que nos colgamos muchas veces y que de tanto usarlas se convierten en "verdades" irrefutables. Yo siempre me he dicho: Qué miedosa eres! Me dan miedo muchísimas cosas, soy muy precavida, en ocasiones demasiado y sé que he perdido la oportunidad de sentir emociones intensas por ese miedo continuo; al agua, a las alturas, a los diagnósticos, a hacer el ridículo, a las atracciones, a la velocidad, al teléfono....Pues vale, no es una etiqueta sin fundamento, soy una miedosa, está claro. Aun así, a pesar de mis fobias, he sido al mismo tiempo toda mi vida una valiente. Y desde hace un par de meses lo confirmo a diario. Bueno, cambio la etiqueta entonces, soy una miedosa valiente.

"Quien no arriesga no vive". En eso estoy. Me siento viva.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Me gusta trabajar

El secreto ya es público. He conseguido liberarme de la pena de muerte en la que se había convertido mi agónico malestar en el trabajo. Me he ido por la puerta grande. Lo he elegido yo. No he esperado a que me dieran una patada en el culo o a salir por la puerta de atrás.He ganado al miedo y a los malos. He salido de la secta. He dado plantón al líder y a sus adeptos. A mí ya no me humilla ni acosa nadie. Sí, he dicho adiós para siempre tras quince intensivos años. Estáis leyendo a una tía valiente.
Ha habido etapas en las que he llegado a pensar ( a sentir más bien) que era una auténtica fracasada en el ámbito profesional. También he pensado que no me gustaba la psicología, que era una persona vaga, apática, sin ganas de actualizarme, de leer, innovar, investigar...He desvariado tanto durante tanto tiempo! Pensé incluso que aborrecía todo lo relacionado con la discapacidad. 
En sólo tres semanas trabajando como orientadora educativa en un instituto de secundaria me han cicatrizado bastante las heridas de los últimos años. 
Me apasiona la psicología, me gusta la docencia,  soy una persona inquieta, curiosa, me gusta saber, me gusta ayudar, me parece un reto trabajar con quien más dificultades tiene, me gusta aprender, me gusta descubrir, me gusta trabajar. 
Ahora mismo se ha acabado la sustitución que estaba haciendo y estoy en paréntesis. No siento que estoy "en paro", porque no paro. Estoy haciendo cursos on line, asistiendo a foros y seminarios, actualizando mi curriculum, estudiando...y ejerciendo con más calma de madre, mi trabajo más importante. Siento vértigo, no voy a negarlo, me inquieta el futuro y vivir con esta incertidumbre semanal de si sonará o no el teléfono, dónde tendré que ir en el caso de que suene (y si no suena?), para cuánto tiempo, si gastaré mucho o poco tiempo de prestación por desempleo, pufff...pero, con todo esto, me siento bien y segura de haber tomado la decisión adecuada. Yo, que soy doña dudas, pocas veces he estado tan segura tras tomar una decisión de que era la acertada. 
He escrito una carta de despedida a mis compañeros de trabajo porque me tuve que ir precipitadamente de un día para otro y no pude despedirme de la mayoría. La Consejería no te espera, eres tú quien tiene que esperarla.
En la carta  les agradecía que hayan formado parte de mi rutina diaria durante tantos años. Al final dedicaba un par de líneas a los malos. El caso es que me he enterado de que la carta ha llegado a sus manos y muero de risa. Quien lee lo que no debe encuentra lo que no quiere.

"Y, por último, quiero dar las gracias también a los que han intentado que dejara de creer en mí, por no haberlo conseguido. He salido fortalecida".

Nunca es tarde para renacer.